Las operaciones quirúrgicas más utilizadas para la miopía

Gafas, lentillas e incluso gimnasia ocular han sido los remedios tradicionalmente aplicados para paliar ciertos trastornos de la visión como la miopía. La citada enfermedad consiste en una dificultad para enfocar los objetos lejanos debida a pequeñas imperfecciones del ojo o de la córnea que provocan que la luz procedente de los objetos no se proyecte sobre la retina. Dicho tejido capta las imágenes que más tarde serán enviadas al cerebro a través del nervio óptico.

No obstante, existen otras soluciones más permanentes para la miopía, las cuales implican la práctica de cirugía y que a pesar de ser relativamente nuevas están siendo aplicadas con éxito desde hace varias décadas: se trata del láser y de las lentillas intraoculares.

Utilización del láser: Lasik y PRK

Lasik

La técnica de primera elección en las operaciones de miopía suele ser el Lasik (Laser-Assisted in Situ Keratomileusis), debido a que se consigue una sencilla recuperación en un corto espacio de tiempo, aunque un estudio de las características del paciente puede hacer recomendable contemplar otras opciones.

La operación Lasik requiere de la aplicación de un anestésico local (usualmente en forma de colirio) y de la inmovilización de la cabeza y los párpados del paciente, el cual permanece despierto en todo momento. Se utiliza un láser excimer (un láser de luz ultravioleta de alta energía), mediante el que se cortan finas capas del tejido de la córnea con el objetivo de moldearla de tal forma que la luz pueda incidir de forma correcta sobre la retina.

La operación solo dura unos minutos, aunque precisa de ciertos cuidados postoperatorios (utilización de antiinflamatorios y otros medicamentos) durante varias semanas, y de la realización de un seguimiento adecuado por parte del especialista.

Técnica PRK

En caso de que la córnea del paciente sea demasiado fina para la aplicación de Lasik, o el número de dioptrías sea pequeño, se puede recurrir a la técnica PRK (Photorefractive keratectomy).

El proceso es muy parecido al anterior, básicamente se trata de moldear la córnea del paciente para conseguir una óptima refracción de la luz en el ojo. Las razones para escoger esta técnica, hasta la llegada de Lasik en la década de los 90 fue la más utilizada, obedecen exclusivamente a las características físicas de la persona.

Cuenta con el inconveniente de ofrecer un periodo postoperatorio algo más largo y complicado (se suelen utilizar lentillas protectoras temporales) que Lasik.

Lentes intraoculares

Debido a circunstancias como un número de dioptrías muy elevado el uso del láser puede no estar indicado. Una de las alternativas más empleadas en estos casos es la implantación de una lente en el interior del ojo.

Una vez más el objetivo es conseguir que la luz incida en la retina del paciente, para ello se introduce una lente artificial en el globo ocular, la cual consigue el efecto deseado (el procedimiento es similar al que se utiliza en las operaciones de cataratas).

La intervención solo precisa unos minutos para ser llevada a cabo (se utiliza anestesia local), el postoperatorio requiere de un adecuado seguimiento.

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